viernes, 2 de marzo de 2018

LUGARES: Cádiz trimilenaria




Quien no esté enamorado de Cádiz es porque no la conoce. Basta pisar su suelo, cruzar por Puerta Tierra para que te conquiste de por vida. Son tres mil años de embrujo, tres mil años para forjar un encanto que es casi imposible encontrar en cualquier otra ciudad de occidente. Cádiz tiene luz, tiene emoción, tiene sentimiento, tiene sueños, arte, compás, historia, cultura... Menos aparcamiento, Cádiz lo tiene todo.

Es una ciudad tan especial que hasta se desdobla para sus propios habitantes. Si vives en la avenida, eres de “Cai”. Pero, si vives de Puerta Tierra para adentro, eres de “Cai, Cai”. Incluso, en el Cádiz viejo, tampoco es lo mismo ser de la Viña, que del Pópulo o de la Caleta. Como si las diferentes culturas que forjaron la identidad de la ciudad hubieran sido tan caprichosas como para enraizarse cada una en un barrio y el tiempo hubiera sido el encargado de salpicar con detalles de cada una las calles de las otras.

En 1596 la ciudad se había convertido en una fortaleza inexpugnable. Curiosamente, mientras que las grandes ciudades de Europa rompían el clásico diseño medieval y se expandían más allá de sus murallas, los gaditanos hicieron todo lo contrario y se fortificaron dentro de ellas. Cádiz es único, singular, inexplicable y adorable... Aún se mantenía en pie el recinto de la vieja ciudad medieval, a la se que accedía por tres puertas distintas (el Pópulo, la Rosa y los Blancos) y, además, se levantaron los baluartes de Santa Catalina, San Felipe, Santa Cruz y Santiago. También se construyó el castillo de San Sebastián y la mítica Puerta de Tierra (que fue cambiando su ubicación cada vez más hacia el istmo hasta que, en el S.XVII alcanzó el lugar que ocupa en la actualidad). Y, por supuesto, las murallas frente al puerto (el muelle; No le digáis a un taxista gaditano que os lleve al puerto o terminaréis en el Puerto de Santa María), en las que se abrieron la Puerta de la Mar y la Puerta de Sevilla.

La ciudad vivió un nuevo despertar con el comercio de las Indias, que la enriquecieron notoriamente. Y luego, por otro lado, estaban los ingleses, que se dedicaban a bombardearla durante la guerra que Felipe II mantuvo con ellos y que la empobrecían, también notoriamente. Dos fueron las incursiones bretonas más destacadas: la de Francis Drake en 1587 y la del Conde de Essex en 1596 y que es, precisamente, el punto de arranque de la novela “El exvoto”.

Los gaditanos corrían a refugiarse al recinto amurallado de la ciudad medieval en casos de ataque. Para otras circunstancias como, por ejemplo, los brotes de peste, era el Castillo de San Sebastián el refugio más idóneo y hasta idílico donde protegerse: rodeados por el mar en un lugar tan emblemático como la Caleta. En los casos de ataque, los barrios se despoblaban y la ciudad medieval, el núcleo más primitivo de la ciudad (en el que se conserva el anfiteatro romano y se han encontrado numerosos vestigios de la cultura fenicia), se erigía como el corazón protector y eterno.

Cádiz... Tres mil años de historias, de aventuras, de experiencias... Y no hemos hablado ni de su importancia cuando los gabachos napoleónicos invadieron España y las gaditanas se hacían tirabuzones, ni de la Constitución de 1812, ni de sus carnavales, ni de sus vecinos ilustres e inolvidables como Salvochea, Carranza, Manuel de Falla, Martínez Ares, la Uchi...

La integración cultural y asimilación de culturas es la base que enriquece al ser humano. Por eso Cádiz es única en el mundo, por eso enamora conforme se cruza Puerta Tierra y se pisa su suelo.




1 comentario:

  1. ¡¡¡Muy buen post!! Nuestra cuidad esconde más de un secreto tras sus murallas! Nosotros también escribimos sobre la provincia en general, por si te interesa echarle un ojo a nuestra web!!

    www.aetcadiz.com

    ¡Un saludo!

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