martes, 13 de marzo de 2018

De charla con: Doña Ana Gómez de Silva y Mendoza




Cuando entro en el salón, ella ya me está esperando. Su belleza, porque es una mujer realmente guapa, se enfatiza con la singular sonrisa que dibujan sus labios. Transmite cercanía, confianza. Se me acerca y me saluda dándome un par de besos. Me sorprende, ¿Esta costumbre se estilaba en el S.XVI? Me ve el gesto de sorpresa y se ríe.

̶ Eres de la familia, Jose, y los gestos de afecto hacia los familiares hay que manifestarlos siempre. ¿Has tenido un buen viaje?

̶ Sí ̶ le respondo mientras atiendo a su invitación para que tome asiento ̶ , Almería ya no está tan lejos y, además, conocer Sanlúcar era un deseo que tenía pendiente. ¿Cómo están las cosas por aquí?

̶ Mucho más tranquilas, gracias a Dios. Ya sabes del ajetreo que hemos tenido en este tiempo pero ha querido la Virgen que todo se resuelva satisfactoriamente y la calma ha vuelto a la casa. Alonso vuelve a sonreír y eso es señal de que todo está bien. Con su sonrisa, sonreímos todos.

̶ Mucho tiene usted que ver en que haya regresado esa sonrisa a la cara del señor duque.

̶ No me hables de usted, Jose. Te he dicho que eres de la familia. Y más aún después de comprobar el cariño con el que has contado nuestra historia. Sabes cosas que ni siquiera conocen mis hijos. Bueno, ahora sí las saben porque les ha faltado tiempo para leer “El exvoto”. Y, respondiendo a tu comentario, te diré que hice lo que cualquier esposa habría hecho. Mi sacrificio o, mejor dicho, mi esfuerzo, perseguía recuperar al hombre que amo y al que necesito que esté bien para que todos lo estemos.

̶ ¿Y qué les ha parecido a los niños la novela? ̶ pregunto interesado.

̶ Les ha encantado, a todos nos ha gustado. Juan Manuel quería haberte felicitado personalmente pero tuvo que salir ayer de viaje. Felipe vendrá luego, a la hora del almuerzo, y también está ansioso por conocerte. ¿Sabes que ha empezado a llamarte “el tío Jose”?

Sonrío emocionado, el cariño de los Guzmanes es algo que empieza a superarme. Luego pienso en el hermano de la duquesa, Ruy, y en el duque y vuelvo a cambiar el gesto. La duquesa vuelve a adivinar mis pensamientos.

̶ A Alonso también le ha gustado ̶ me dice ̶ . Se molestó cuando leyó lo que contabas de sus secretos pero, finalmente, terminó por comprenderlo. ¿Le has visto ya, no? ̶ asiento moviendo la cabeza ̶ . Entonces se lo habrás visto en la cara. Siempre intenta parecer inflexible, ya sabes que lleva una carga muy importante a sus espaldas y que eso le obliga a imponer respeto, pero también sabes que tiene un corazón enorme. Lo pasó muy mal antes de todo este asunto y terminó por tocar fondo y romperse. Todavía está sensible y se le mezcla la rabia con la pena. Pero, como te decía, ya sonríe y eso es señal de que está superando esta etapa.

̶ ¿Y Ruy? ̶ le pregunto ̶ . Porque tampoco le dejo muy bien parado en “El exvoto”.

̶ De mi hermano no dices nada que él no sepa ni que tenga que preocuparte. Es tal cuál, vive despreocupado de la vida pero tiene un corazón que no le cabe en el pecho y siempre está dispuesto a entregarse por los demás.

̶ ¿Aprobado entonces?

̶ Cuentas con la bendición de esta familia. Incluso con la de mi madre si aun viviera. Sé que le habría gustado que hayas dejado constancia de que fue ella quien nos avisó del caramelo envenenado que era lo de Milán. Tienes las puertas de esta casa abiertas para cuando quieras. Y también las de nuestros corazones. Solo te voy a hacer una observación: hoy te sientas a la mesa con nosotros. De aquí no te marchas sin asegurarme de que has comido bien.

Hermosa por fuera y por dentro. Es una gran mujer, una gran persona y un corazón de madre que me ha ganado.

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