miércoles, 7 de marzo de 2018

LUGARES: Las arenas gordas





He volado en ellas, literal. Es lo que tiene querer cruzarlas sentado sobre el capó de un todoterreno, que las roderas de la senda se llevan el coche de un lado a otro a su antojo pero tú sigues la inercia del movimiento rectilíneo. Y volé, ¡vaya si volé! Salí despedido y el impacto contra ellas fue uno de los golpes más duros que recuerdo. Arena hasta en el cielo de la boca... Bendito camino rociero aquel que, con doce años, hice con la Hermandad de Cádiz en 1987...

Las arenas gordas es el nombre con el que, desde antiguo, se conocía a las dunas de Doñana allí donde el Cerro de los Ánsares se eleva como vigía de una inmensidad infinita de arena que se pierde en el horizonte mezclando su color blanco con el azul del cielo; O con el del océano.

Han sido, ayer, hoy y siempre, el tramo más duro del camino que une Sanlúcar de Barrameda con la ermita del Rocío y demás poblaciones orientales de la provincia onubense. Una senda transitada desde la antigüedad atravesando el actual Parque nacional de Doñana hacia el municipio de Niebla y que, a la altura de la ermita, se cruzaba con otro que unía las ciudades de Huelva y de Sevilla. Un lugar inhóspito, con matorrales de diversas especies de flora, donde el sol de justicia eleva las temperaturas hasta hacerlas insoportables de día mientras que, al caer la noche, es el frío más intenso el que se apodera de la arena.

Pero también son mágicas y están vivas. ¡Se mueven!

Al tratarse de dunas de arena fina, estas se desplazan desde el océano hacia la marisma empujadas por el viento del suroeste. La ausencia de masa forestal que las estabilicen es lo que favorece este movimiento. Es un proceso lento, no se aprecia de un día para otro, pero existe.

Los lugareños: carboneros, cazadores y pescadores han sabido sortearlas desde siempre, como si las llevaran impresas en el ADN; Fueron los carreros y comerciantes que comenzaron a transitarlas cuando el comercio con las Indias las convirtió en el camino para llegar del Condado al puerto de Sanlúcar quienes más problemas tuvieron para hacerse con ellas. ¡Era tan fácil perderse!

En “El exvoto” disfrutaremos de un capítulo en el que dos personajes las recorren mientras se dirigen a la ermita de las Rocinas. Unos párrafos en los que una amena conversación habla de misas en latín, de seguiriyas y hasta de un fraile oriundo de Adra al que no se le entendía al hablar por su acento tan cerrado.

Y nunca dejarán de ser un espectáculo insuperable de la naturaleza. Hoy, como hace siglos, las arenas gordas aguardan al viajero para ofrecerles un lugar de meditación. Porque, estando en ellas, es imposible no rendirse ante la belleza de semejante paisaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario