lunes, 15 de octubre de 2018

Presentación de "El exvoto" en la Hermandad del Rocío de Almería


No sabía cómo empezar esta presentación... En realidad, hay muchas cosas que no sé y que las estoy aprendiendo conforme se plantan en mi camino.

No me gusta hablar de mí... Y, ahora, es cuando tengo que hacer porque, las cosas que diga, no suenen a preparadas sino a sinceras y salidas del corazón...

¿Cómo que no hablas de ti? Con todo lo que publicas en Facebook...

Sí, sí. Es que divertirse y compartir pensamientos es fácil y a todos nos gusta...

Pero, es que, esa es la historia. Que, lo que no me gusta, es hablar de mí cuando lo que tengo es la sensación de que estoy es pidiendo que se me reconozca un mérito..

Os voy a contar una anécdota que, quienes me seguís por redes sociales, ya habréis tenido oportunida de conocer: hace unos años, en una ocasión en la que estuve visitando la consulta de un psicólogo para superar un proceso depresivo, el terapeuta me comentó lo importante que era que, para empezar, encontrara un trabajo. “recurre a tus amigos, a tus conocidos, a tus familiares... A todo tu entorno. Pide el favor de que te ayuden”, me decía.

Y así lo hice. Pensé en la gente a la que podría recurrir y fui en búsqueda de empleo. Una mañana, con mi curriculum en la mano, me fui a ver a Antonio Salazar y ¿Sabéis qué? No llegué a verle. Aparqué el coche en la puerta de su empresa y no llegué a bajarme. Fue tal el grado de ansiedad que me dio que rompí a llorar y fui incapaz de moverme del coche porque tenía la sensación de que mis piernas no serían capaces de sostenerme y, mucho menos, iba a ser capaz de articular palabra. Me moría de la vergüenza al ir a pedirle a un amigo el favor de que me diera un trabajo.

Pedir el favor...

Esa no es la actitud. Pedir el favor es ir convencido de que, si sale bien, te lo has ganado por lástima o por cariño... Pero no por tu cualidades.

Y, pedir el favor, es la sensación que, desde siempre, he tenido con todos vosotros. Pedir favores o llamar la atención pidiendo que se me reconozca un mérito...

Os pongo otro ejemplo: el verso que hay en el azulejo de la casa de Benacazón, en el camino: el de “almeriense, peregrino”...

Es mío. Y me siento muy orgulloso de que lo sea. ¡Pero me da coraje decirlo!

Y me da coraje porque, cuando lo digo, se me queda la sensación de que, lo que pensáis de mí es “ya está Pepe presumiendo” o cualquier cosa por el estilo.

Y no soy un presumido, ni un vanidoso... ¡Si ni siquiera os he llamado para que vinierais hoy! Me he tenido que esconder en una circular y, hasta para anunciarlo ayer en redes sociales, le pedí permiso a la junta muerto de la vergüenza.

Incluso, aparte de mi presencia aquí como rociero y secretario de la hermandad, os lo digo también como persona y como aspirante a escritor: Quien siga a la página de “El exvoto” habrá notado que, cualquier anuncio que publico, siempre lo escribo en plural...

Lo hago porque, por un lado, pienso que “El exvoto” somos muchos y en determinados momentos. Hoy, por ejemplo, vosotros sois exvoto. Pero, sobre todo, si escribo en plural es porque huyo de encontrarme con un YO que se refiera a mí.

Y, por eso, no me gusta hablar de mí, ni destacar mis cosas buenas...

Hasta que llega un día la Virgen, que te coge y te sienta en un banquito, y te dice: “Te voy a espabilar yo...”

Mano de santo...

Fue a Ella a quien se le ocurrió “El exvoto”. Yo solo lo he escrito. Lo de escribir ya sabéis que me gusta desde siempre y muchos de vosotros me lo habéis reconocido en infinidad de ocasiones... Sobre todo con las cosas de Semana Santa...

Pero no basta con escribir... Hay que saber más cosas...

Escribí “El exvoto” en 2012. Y ahí se empezó a cocer la historia, a fuego lento...
Son los planes de la Virgen. Ella va empezando las cosas y tú no te das cuenta... Hasta que te la das.

Hasta que te la pegas también sirve...

El año pasado “El exvoto” se puso en marcha. Y volvió a ser la Virgen...

El resumen de lo aprendido este año es que, la actitud, es quererse. Porque, cuando te quieres, es cuando te das cuenta de las cosas. Y una de las cosas de las que te das cuenta es de que, las cosas bonitas, hay que compartirlas y valorarlas.

La Virgen ya me había enseñado que, escribir, era lo mío. Algo que se me da bien, de lo que enorgullecerme. Es algo por lo que me quiero...

Pero, ahora llega, y te dice: “¿Por qué no das un paso más y lo publicas?” Y tú, que estás en un periodo de redescubrimiento interno que te tiene las emociones dislocadas, dices “pues venga”

La de cosas que he aprendido con ese “pues venga...”

¿El resumen? Que hoy estoy aquí delante vuestra y mi actitud no es: ni la de pediros un favor, ni la de reclamaros un mérito.

Hoy vengo a contaros que, vuestro ánimo, me animó hace años a creerme que podría escribir una novela algún día, vengo a contaros que a la Virgen se le ocurrió una historia, que me la propuso y que aquí está “El exvoto”: una historia de devociones rocieras.

Es un mensaje de esperanza contado en rociero: Es decir... Tú confía en la Virgen que, lo mismo que te regala enormes recompensas cuando las mereces, también sabe qué caminos eres capaz de recorrer y qué lecciones estás preparado para aprender mientras lo recorres.

“El exvoto” es un agradecimiento constante porque, Rocío, nos educa con el amor de una Madre.

Y por lo bonito que es aprender con Ella...

¡Venga! Os cuento un poco...

¿Sabéis quién fue Baltasar Tercero, no? .... Bueno pues imaginad que, en 2012, con todo el jaleo del bicentenario del Rocío Chico en plena ebullición, la Hermandad Matriz recibe un cuadro que podría estar relacionado con Baltasar Tercero.

Pero no saben si es verdadero o no. No saben por qué ahora y no en otro momento, no saben quién lo envía... No saben nada.

El exvoto cuenta, por un lado, el proceso de investigación que realiza la Matriz y, por otro, una historia que se desarrolla en los tiempos de Baltasar Tercero, que explica el origen del cuadro y en el que están involucrados los Duques de Medina Sidonia...

Puedo deciros que ya se vende en El Rocío, aparte de en otros sitios. Pero es que quiero que sepáis que, Almonte, me daba mucho respeto y, con ellos, había que hacer las cosas como mismo las hacen ellos: metiéndolas poquito a poco... Cuando fui en Julio a llevarle su ejemplar al presidente de la Matriz era, en realidad, como ir a examinarse delante de un tribunal. Y de los exigentes...

Ahora, en la procesión del centenario, ya me ha dicho la Virgen que respire tranquilo y, Juan Ignacio, que le ha encantado eso de ser el personaje de una novela.

Más cosas... Solo daros las gracias...

Gracias porque, después de mis hermanas y de la sangre, que a los Leyva y a los Cuesta nos tira mucho, vosotros sois mi familia más cercana y lo lleváis siendo desde que la Virgen dijo de venir a conocer Almería...

Con vosotros me quedaba una lección que aprender y, si os digo la verdad, creo que la he aprobado esta noche.