miércoles, 4 de abril de 2018

De charla con: Fray Pedro



Me encanta esto de viajar en el tiempo: tener la posibilidad de visitar lugares que ya no existen. Ahora mismo estoy sentado en un banco de la Iglesia del convento de la Victoria de Almonte, maravillado con el aspecto de este edificio y esperando a que llegue Fray Pedro. Que seguro que tiene algo interesante que contarnos.

Aparece por una de las puertas que dan acceso al Altar mayor de la iglesia, baja los dos escalones del altar y, por el pasillo central, se me viene acercando con una sonrisa dibujada en la cara.

̶  Que la Virgen esté contigo   ̶  me dice  ̶ . Muchas gracias por lo que has hecho por esta comunidad.

Me quedo mirándole extrañado mientras intento repasar en décimas de segundo todo lo que contiene “El exvoto” sobre los Mínimos para ver si es que hay algo que se me ha escapado. No encuentro razones para que me transmita este agradecimiento sincero que se siente mucho más allá de lo que dicen sus palabras. Le sale por los poros de la piel.

̶  ¿A qué te refieres exactamente?  ̶  termino por preguntarle.

̶  Al papel de los Mínimos en el plan de la Virgen  ̶  responde como si fuera algo evidente  ̶ . Nos has hecho justicia y nos has dado nuestro sitio.

̶  ¿Justicia? ¿Reconocimiento?  ̶  no puedo evitar acordarme de por qué les llaman “Mínimos” y, que me agradezca esto, no encaja  ̶ . Fray Pedro... Si sois los siervos más humildes de la Iglesia, ¿querer reconocimiento no sería, como poco, pecado de vanidad?

̶  No, porque no lo pido para mí, sino que lo pido para algo más grande  ̶  sonríe  ̶ . Y, bueno, por la parte que me toca sí que es pecado de vanidad, pero nadie es perfecto  ̶  en su sonrisa se delata su sinceridad y su verdadera humildad.

Pienso en lo que dice, en el papel de los Mínimos en el plan de la Virgen y empiezo a entender a qué se refiere. Pero, entonces, decido que sea él quien lo cuente. La verdad es que es importante y a Fray Pedro le ha llegado. Se merece poder decirlo en voz alta. Además, así aprenderé de su propia experiencia y de su manera de sentirlo y de expresarlo.

̶  Cuéntame  ̶  le digo  ̶ , ¿Qué ha hecho “El exvoto” por los Mínimos?

̶  Lo de Baltasar era gordo  ̶  empieza a decirme  ̶ . Y tú lo sabes mejor que nadie, que vienes del siglo que vienes... Tenía que quedarse atado y bien atado. Sin fisuras. Así lo dispuso la Virgen desde el primer momento, cuando Pichardo encendió la vela. No podía fallar nada para que, el Rocío  ̶  sonríe al llamarlo así  ̶ , llegara a ser lo que es: Universal... Y fuimos los religiosos de Almonte, los Mínimos, los que tejimos el nudo que debía enlazar a Santa María de las Rocinas, una Virgen sencilla de un rincón de un bosque, con Rocío, la Virgen del Espíritu Santo que despierta devociones en toda la humanidad. Eso era lo que traía el testamento. Así de importante era...

Guarda silencio durante unos segundos. Levanta la vista al techo de la Iglesia como si estuviera mirando más arriba todavía y aprieta los labios. El sentimiento que le esté apretando en este momento el corazón, debe ser realmente profundo.

- Soy almonteño  ̶  empieza a decirme  ̶ , soy hombre, soy miembro de la Iglesia  ̶  vuelve a apretar los labios, se le arrasan los ojos  ̶ . Y soy vanidoso... Pero también soy profundamente generoso. Y son dos emociones que no se llevan bien, ¿Sabes? Soy el primero que quiere que la Virgen sea la Madre de todos los hombres y entiendo que la humanidad está por encima de mí, como la Santa Madre Iglesia está por encima de mi comunidad. Soy capaz de ver el futuro, la Virgen me lo enseña, pero tengo muy presente al pasado... Está en mi tío don Pedro de Gauna, en don Francisco Pichardo, está siempre presente en mis mayores... Y llega el momento en que, una señal del cielo, te dice que ha llegado la hora de hacer, de tu propia Virgen, algo más grande. Y lo aceptas, y lo haces...

Vuelve a guardar silencio unos segundos.

̶  Es mi Virgen  ̶̶̶̶   repite  ̶̶ . La que conozco desde que nací, la que me enseñaron a querer mis mayores, la que eligió a Almonte...  ̶̶̶̶  comienza a sonreír  ̶̶ ̶̶ . Esa es la recompensa... Que la Virgen elige siempre a Almonte y lo prepara todo desde Almonte. Lo hacemos por Ella, lo que sea... Y, aunque nos sintamos en el derecho de reclamar que, lo que de la Virgen llega a los hombres, Lo que del cielo llega por Ella a la tierra, se manifiesta por medio de Almonte, nos basta con la satisfacción de saber que es Ella quien nos ha elegido para llevar su mensaje a toda la humanidad.  ̶̶

̶  En el futuro habrá forasteros que lo entenderán y os defenderán  ̶̶  le respondo  ̶̶ . Verán a Baltasar, que no era almonteño, como la punta del iceberg de la universalidad rociera sin olvidar que, el agua que lo mantiene a flote y lo nutre, son las corrientes almonteñas que inspira la propia Virgen. Entenderán que, sin la Virgen, no habría corrientes y, sin corrientes, no habría iceberg.

Sonríe satisfecho y agradecido. Tal vez no sepa qué es un iceberg pero ha entendido el símil. Nos quedamos un rato más en la Iglesia, inmersos en nuestras oraciones. Finalmente, me invita a que conozca al resto de la comunidad mientras almuerzo con ellos en el refectorio del convento; Otra dependencia que solo se puede conocer cuando viajas en el tiempo.