martes, 13 de marzo de 2018

De charla con: Carmen "La garrotera"




̶  A ti te quería yo ver  ̶  me dice mientras entra por la puerta del salón pillándome desprevenido  ̶ .  ¿Te parece bonito que, nada más empezar, pongas a la Virgen en la tesitura de tener que velar por nosotros, y nos envíes a Cádiz justo en el momento en que la bombardean los ingleses? ¡Con la de preocupaciones que tiene y tú echándole otra más encima!

¡Esa es Carmen! Preocupándose por la Virgen antes que por ella misma.

̶ Era necesario comenzar así  ̶̶ le respondo sin titubear  ̶̶ . Que no os ocurriera nada era el primer milagro necesario para que quedara claro desde el primer momento que la Virgen estaba contigo; Que estaba con todos, que érais su plan.

Se queda callada un segundo, no se esperaba esa respuesta. Acaba de darse cuenta de que mi fe en la Virgen del Rocío es tan firme como la suya. Me mantiene la mirada, me está examinando. Aunque sientan cariño y devoción por la Virgen en palacio, nadie la siente con la misma intensidad que la siente ella. Le choca encontrarse con un alma gemela que, encima, viene desde Almería. Con lo lejos que está.

̶ Me alegro muchísimo de conocerte  ̶̶  continuo diciéndole  ̶̶ . Ya tenía ganas...

Se ruboriza. Su vida está forjada con gente a la que conoce desde pequeña. No está acostumbrada a que un desconocido la halague. Pero, tras ese segundo en el que se deja ver tal y como es, vuelve a tratar de mostrarse firme, a querer mantener la imagen de autoridad con la que se ha ganado el respeto de toda la casa.

̶  Aún así, no era menester preocuparla. A la Virgen hay que dejarle que haga las cosas a su ritmo, cuando Ella lo demande.

̶   ¿Y quién te crees que ha guiado mi inspiración a la hora de escribir?

Vuelve a quedarse muda y a mirarme fijamente a los ojos. Sigue estando sorprendida.

̶  Carmen  ̶̶  le digo  ̶ . Empecé a escuchar cosas de la Virgen cuando tenía ocho años y la conocí a los once, siendo un niño. Desde entonces mi vida ha estado en sus manos y no ha dejado de preocuparse por mí y de enseñarme las lecciones de la vida con el mismo amor que las aprendiste tú. Sé que es Ella quien me da y que es Ella quien me quita, sé que es Ella quien me guía y quien me protege en mi camino... Tú y yo somos iguales, forjados como Ella ha decidido. Así que te conozco, así que me conoces... Conmigo no tienes que ser el ama de llaves del Palacio de Medina Sidonia, Carmen, conmigo puedes ser la tata.

Frunce el ceño, me escanea. Sonrío al pensar en esa palabra porque es un término que desconoce y, si tuviera que explicárselo, no daría crédito a lo que le cuento. Y mi sonrisa la relaja, aunque no sepa a qué se debe.

̶  Gracias  ̶  Ahora el que se sorprende al escucharla soy yo  ̶ . Gracias por haberme dibujado una vida tan plena, tan llena de amor... Gracias por haberme dado a la Virgen, al bosque, al señor duque y a la señora duquesa. Gracias por mi mi infancia en el Carrizal y por mis padres, por Fray Manuel, por Fray Pedro, Por Baltasar y por don Francisco Pichardo.

̶  Pichardo y Baltasar son reales  ̶  le digo  ̶ . El testamento es real.

Se le ilumina la cara.

̶  ¿Es real? ¡¿El testamento es real?!

̶  ¡Vaya si lo es! Y, gracias a él, la devoción a la Virgen se hizo universal y eterna. ¡No sabes hasta qué punto!

Se le arrasan los ojos al escucharme y su cara dibuja una sonrisa que adivino perfectamente: es amor sincero y agradecimiento infinito a la Virgen porque sabe que mis palabras son ciertas aunque sea incapaz de suponer su verdadero alcance.

̶  Vamos entonces a la capilla a darle gracias a la Virgen  ̶  me dice entusiasmada  ̶ . Hay una tabla pintada con su Sagrada efigie en la que podremos verla y hablar con Ella como si estuviéramos en las Rocinas.

̶  Será todo un privilegio ir a darle gracias contigo. Lo estaba deseando.

Porque yo, además, le daré siempre las gracias A Rocío por haber puesto a Carmen y su historia en mi vida.

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