jueves, 20 de septiembre de 2018

CONFESIONES: ¡Menudos errores y faltas de ortografía!

Yo también las he visto. Y podéis creerme si os digo que me duelen más que a vosotros. Es normal, son mías...

Y no hablo solo de faltas de ortografía, o de sintaxis, sino también de las prisas, las impaciencias, las torpezas... Son mías todas las equivocaciones como también lo son todas las lecciones que vienen con ellas.

Y, la primera de todas, es perdonárselas.

Me perdono las ganas de hacer cosas, la ilusión de sentirme vivo de nuevo, el deseo de florecer y de abrirme al mundo de una manera que se me da bien y contando una historia que, no solo me encanta, sino que, además, tiene un mensaje de esperanza que tengo la necesidad de compartir. Me perdono avanzar, me perdono por crecer.

¿Qué hacemos ahora?

Arreglarlo, evidentemente. Ya tuve tiempo de castigarme hace unos meses. Ya me vapuleé tanto como para perder las ganas de seguir haciendo “El exvoto”... Qué cerquita estuvo. Menos mal que aprendí a buscar el lado bueno de las cosas y que sigo teniendo ganas de hacerlo. Solo era cuestión de tiempo y, ahora, es el momento.

Soy humano, cometo errores y tienen consecuencias... ¡Aprovéchalas!

Yo no quiero que “El exvoto” se quede en trescientos ejemplares de una primera y única tirada. ¡Para nada! Yo quiero, como poco, los diez mil lectores con los que inocentemente soñé cuando empecé a escribir el primer capítulo. Repito, ¡como poco! “El exvoto” me parece una historia tan bonita como para que la conozca, cuanta más gente, mejor.

Solo han sido trescientos... Así es como hay que planteárselo.

Ya tengo motivos más que suficientes como para saber que, antes o después, la segunda edición va a ser más una necesidad que un sueño. Tengo buenas vibraciones con esta aventura, os lo prometo...

Una segunda edición es una segunda oportunidad de corregir errores. Así que, como os podéis imaginar, ya me he encargado personalmente de releerme de arriba a abajo para corregirme. Y no solo eso sino que, como sé que no soy ni un erudito ni un profesional de la lengua, para que no se queden los errores que a mi se me escapen pienso contratar los servicios de un profesional que deje el texto como tiene que ser: ¡niquelao!

Y tengo la oportunidad de seguir leyendo y de seguir aprendiendo... Y no solamente gramática...

Paciencia, prudencia, atención, humildad, gratitud... Otras buenas lecciones, ¿No os parece?

Si quiere la Virgen que, después de la segunda edición, haya una tercera, una cuarta y, al final, los diez mil con lo que, inocentemente, soñé cuando empecé todo esto, entonces habrá trescientos afortunados con conserven un ejemplar singular, casi de coleccionista:

“El que también sirvió para enseñarme a hacer la cosas, cada vez, un poquito mejor: el de los errores y las faltas”.

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